El pasado 11 de septiembre, la fiscal general de la Ciudad de México anunció la “reapertura del caso Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre”, acusado en 2014 de montar una supuesta red de prostitución al interior del PRI capitalino.
A pesar de que las autoridades hicieron 308 entrevistas, sometieron los audios a peritaje, pidieron al Instituto Electoral local revisar las finanzas tricolores y visitaron físicamente los edificios del partido, Ernestina Godoy se dice insatisfecha.
La funcionaria desahogó 10 diligencias sobre el caso —cuatro más de las ordenadas por el Juzgado 14 Federal, y al final el Ministerio Público coincidió en que no había delito qué perseguir y recomendó el no ejercicio de la ley.
Ahora resulta que tanto ella como su jefa, Claudia Sheinbaum, aseguran que el gobierno de Miguel Ángel Mancera no hizo bien su chamba y actuó para favorecer políticamente al demandado.
Mientras Godoy dice que “la justicia le falló a las víctimas, negándoles de derecho a la verdad y a la justicia” y Claudia la respalda señalando que “el compromiso es con las víctimas”, a quien dejan en estado de indefensión es precisamente a Gutiérrez de la Torre.
Ambas funcionarias violan el debido proceso al señalar al acusado como victimario, cuando ni siquiera ha sido presentado ante un juez, que es la autoridad que tendría que decidir sobre la culpabilidad o no de un implicado.
Además, tendrían que haber anunciado la reactivación del caso de “Cuauhtémoc G.”, como el de “Emilio L”, por ejemplo, y no dejar al descubierto su identidad, por mucho que ésta sea pública.
Porque, al calificar de “víctimas” a quienes demandan, en lugar de “presuntas víctimas”, Gutiérrez de la Torre está siendo condenado públicamente sin que una autoridad judicial lo haya decidido, lo cual viola el debido proceso.
Lo raro del caso es que de repente en el gobierno capitalino se hayan acordado de un asunto que tiene más de seis años, y que haya sido la propia fiscal la que personalmente anunciara su reactivación, cuando regularmente manda a su vocero, Ulises Lara.
Ni cuando ocurrió el sangriento atentado en contra del jefe de la Policía de la CDMX, Omar García Harfuch, Ernestina dio la cara; envió a Ulises a hablar con la prensa.
Pero esta vez quería asegurarse de ser ella misma la que enviaba el mensaje a Cuauhtémoc y su grupo, justo cuando se empezó a hablar con fuerza de una eventual alianza entre PAN, PRD y PRI para las próximas elecciones en la capital.
Pero no fue una, sino dos veces las que Ernestina, en persona, salió a hablar sobre el caso. Ambas ocasiones coincidieron con las violentas protestas de colectivos feministas en contra de la falta de protección oficial a las mujeres en la CDMX.
Como si entregando la cabeza de Gutiérrez de la Torre se fueran a acabar los feminicidios o si eso estuvieran pidiendo las mujeres que demandan justicia.
Las salidas de Ernestina coinciden con las protestas y con el anuncio de una alianza electoral de la oposición en contra de Morena. Y como en política no hay coincidencias…
CENTAVITOS
Otro asunto que al parecer a la jefa de Gobierno le parece vital en estos momentos para la vida de los capitalinos es abrir un debate para ver si el monumento a Cristóbal Colón se queda o no en las calles de la capital. Seguramente ése es el tema en que cada mañana se levantan pensando los ciudadanos; la inseguridad, el desempleo, el tráfico, la contaminación, la falta de agua y un largo etcétera no son importantes.
source https://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/el-uso-politico-de-ernestina/1410867
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