sábado, 10 de octubre de 2020

El falso pueblo

Como si se tratara de un automóvil que es arrollado por un tren, hemos sido arrastrados a esa falsa narrativa del pueblo bueno y sabio que otorga su apoyo incondicional al presidente López Obrador y a su —autodenominada— 4T. Y es que el mandatario no se cansa de repetir que tiene el apoyo popular y para eso nos enseña sus encuestas, mientras vemos cómo se desmorona el país frente a nuestros ojos.

Parecería que, para el mandatario, ese pueblo del que habla, es una entelequia que existe en su cabeza y sirve para coaccionar a cualquiera que duda de su palabra, como cuando amenazó que no lo detendría si ocurría un fraude electoral.

Se ve así mismo como una especie de pastor que tiene que cuidar a un rebaño que es bueno por naturaleza, pero debe mantenerse en la ignorancia para no condenar su alma. Como ya lo dijo, los ve como mascotas que hay que alimentar.

Pero su concepto está vacío. ¿Quién es pueblo y quién no? ¿Ninguna de las 153 mil personas que se manifestaron el sábado pasado en el Zócalo capitalino? ¿Los columnistas que se atreven a criticarlo? ¿Alguno de los 26 millones de mexicanos que votaron por alguien más? ¿Qué tal los padres de niños que se han quedado sin medicamentos?, o ¿sólo son pueblo los 25 millones de beneficiarios de programas sociales?

El Presidente nos quiere hacer creer que ese pueblo del que habla lo apoyó de manera desinteresada en su plantón de Paseo de la Reforma en 2006. Que asiste a sus mítines por convicción. Que aporta sus pocos pesos a la causa. Que se manifiestan afuera de la Suprema Corte de Justicia para presionarla en que pase la consulta para enjuiciar a los expresidentes. Como si la gente común y corriente pudiera darse el lujo de dejar sus trabajos y sus responsabilidades para ir a apoyar al gobierno.

Todo es un gran show, y como cualquier espectáculo, cuesta montarlo. Justamente para eso necesita el dinero de los fideicomisos públicos. El control sobre el Presupuesto de Egresos. Usar discrecionalmente los “ahorros”. Para aceitar la maquinaria. Para repartir pesos a diestra y siniestra a su mera discreción, a fin de que sus bases clientelares sigan haciendo como que están de acuerdo con sus decisiones. Para mover consciencia. Para pagar tendencias.

Pero el Presidente subestima a los mexicanos. Parece que se le olvida que el pueblo lo castigó en dos ocasiones para que no llegara a la silla presidencial y también lo puede hacer en las elecciones de 2021. ¿O le va a seguir firmando cheques en blanco, viendo los resultados que ha tenido su gobierno?

La realidad es que el verdadero pueblo no se cree todas las mentiras del gobierno. Se harta de que lo traten como rebaño. Que no pueda salir de su casa por miedo a la inseguridad. Que cada vez sea más difícil encontrar trabajo.

El verdadero pueblo somos todos los mexicanos. Que aquí nacimos, aquí vivimos y aquí nos vamos a morir. Que queremos tener un gobierno que haga bien las cosas. Que reparta dinero en programas sociales, pero evaluando resultados. Que construya obras de infraestructura que sirvan. Que apoye a las empresas que pagan impuestos y generan empleos. Que invierte en seguridad, salud y educación.

Basta de no llamarle a las cosas por su nombre. De dejarnos arrastrar por falsas narrativas que buscan dividirnos y asustarnos. Lo que está en juego es el futuro de México.

 

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana

Twitter: @ralexandermp

 

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source https://www.excelsior.com.mx/opinion/ricardo-alexander-marquez/el-falso-pueblo/1410423

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